Iba a empezar este newsletter diciendo que había cumplido un sueño, pero no estaría siendo completamente honesta. Viajar a Alaska o al tan famoso Polo Norte me resultó siempre algo tan pero tan lejano que ni siquiera sé si alguna vez soñé con ir. Hace algo más de un año, mi hermana mencionó la idea: “¿Vamos a Alaska a ver auroras boreales?”. Casi organizamos el viaje para ir en noviembre del año pasado, pero la vida nos cambió un poco los planes y lo dejamos pasar.
Hace aproximadamente dos meses, la idea resurgió y comenzamos con los preparativos. Mi tío justo venía a Estados Unidos así que lo invitamos a sumarse. También se sumaron el novio de mi hermana, Andrew, y una amiga, Peti. Como cada vez que organizamos un viaje, empezamos investigando los lugares y actividades que queríamos hacer. Decidimos ir a Fairbanks, alquilar un hotel y un auto y recorrer desde ahí.
Mi tío llegó a DC el miércoles y al día siguiente volamos juntos hacia Seattle, donde nos encontramos con nuestros compañeros de viaje y salimos hacia Fairbanks. Apenas puse un pie en el aeropuerto, ya empecé a sentirme en una película navideña (muy fan?). Un aeropuerto chiquito, rústico y rodeado de nieve solo me hacía pensar en la protagonista de la película que llega desde la gran ciudad a un lugar remoto para vivir una experiencia mágica, conocer al amor de su vida y pasar las fiestas ahí. ¿Muy fantasiosa? Puede ser.
Buscamos el auto que habíamos alquilado, cargamos el equipaje y emprendimos viaje hacia al hotel escuchando “Rockin’ around the Christmas tree”, por supuesto. Ya eran las 2.30 a.m. así que cuando llegamos organizamos el plan del día y nos fuimos a descansar.
Día 1
Salimos a las 7.30 a.m. rumbo a Denali National Park, el punto más alto de Estados Unidos. Después de dos horas y media de viaje y de mucho canto en el auto, llegamos. Yo había insistido bastante para ir a este parque nacional así que lo disfruté mucho. El lugar estaba completamente vacío, caminamos un rato y llegamos a un centro de visitantes.
Siempre encuentro algo de Argentina en el camino 🇦🇷
Entramos al visitor center y había solamente un chico trabajando, nadie más. Nos escuchó hablar y nos preguntó: “¿Son de Argentina?” Le dijimos que si y empezó a hablarnos en español. Nos contó que él nació en California pero su mamá es Argentina y, como ella no habla inglés, se comunican en español.
Recorrimos un rato más y emprendimos la vuelta. Las largas horas de viaje y los días tan cortos nos obligaron a aprovechar cada minuto. Ese día el amanecer había sido a las 9.05 a.m. y el atardecer fue a las 4.15 p.m. Pasamos a comprar algo de comida en el camino y nos fuimos hacia el famoso Polo Norte, nada más y nada menos que a conocer la casa de Papá Noel.
No sé si era como me la imaginaba, pero estaba en su casa. Solo podía pensar en el día que tenga hijos y les diga: “Yo lo conozco a Santa, lo fui a visitar a su casa en el Polo Norte”. Ese pensamiento me llevó a la famosa escena de Elf - OMG! Santa!!! I know him! Recorrimos el lugar con ganas de comprar todo (yo más que nadie) así que nos llevamos algunas cositas antes de volver al hotel.
Aunque era temprano ya estaba anocheciendo, así que decidimos volver a bañarnos y descansar un rato, para luego salir a cenar y a ver nuestras primeras auroras boreales. La emoción era total! La noche estaba bastante nublada, pero en el camino logramos ver los tonos verdes de las auroras. Nos descargamos una app que nos decía recomendaba algunos lugares para ver auroras. Fuimos a varios de ellos en el auto, pero no logramos ver mucho más. Se hizo tarde y nos fuimos a dormir con la esperanza de tener más suerte al día siguiente.
Día 2
Empezamos el día muy temprano también. El outfit era un poco raro: traje de baño y ropa de nieve. Sacamos un pase diario para disfrutar de Chena Hot Springs, un resort de aguas termales en medio de la nieve. La experiencia nos pareció increíble. Hacía tanto frío que nos mojábamos el pelo y se nos congelaba inmediatamente. Desde ahí nos fuimos a caminar y a seguir disfrutando de la nieve. Conocimos a unos Alaskan Huskies divinos e hicimos un dog sledding tour.
La noche fue muy parecida al día anterior: hotel, descanso y cena. Pero lo que vino después fue fascinante. Fuimos a uno de los puntos que más nos había gustado para ver auroras, un lugar bastante despejado y oscuro, y logramos verlas con mucha claridad. La experiencia nos dejó sin palabras:






Felices y emocionados, nos fuimos a dormir.
Día 3
Empezamos el día desayunando en el hotel. Hicimos el check out y salimos a recorrer un poco el centro de Fairbanks. Visitamos Golden Heart Park y sacamos varias fotos ahí. Luego fuimos a Pioneer Park que es enorme y tiene de todo. Habíamos leído que ese domingo iban a hacer un Holiday Bazaar o mercado navideño en el parque, así que aprovechamos para ver de qué se trataba.
Después de pasear por el parque, nos dedicamos a comprar algunos regalitos y recuerdos. No podía faltar la foto con el cartel que dice “Welcome to North Pole, Alaska”, así que allá fuimos. Luego paramos para almorzar y casi sin darnos cuenta, llegó la hora de ir al aeropuerto. Llegamos con el tiempo justo y abordamos el avión que nos llevaba Seattle. Llegamos alrededor de las 9pm, me despedí de mi hermana y, como en toda despedida emotiva, me subí al siguiente avión llorando … pero esta historia de despedidas es para otro newsletter. Después de un largo viaje llegamos el lunes a la mañana a DC con la felicidad de haber compartido un viaje hermoso.
Conclusión: Sueñen mucho que ningún sueño es muy grande. Nunca sabes a dónde te puede llevar la vida. Yo llegué al Polo Norte y tuve una experiencia absolutamente increíble viendo auroras boreales en Alaska. Todavía no lo creo, pero fue real.
❤️❤️❤️😍